En esta página encontrarás algunas de las preguntas más corrientes que te puedes hacer sobre la ansiedad. Qué es, qué trastornos causa, y otras muchas cuestiones que te interesan.
La Ansiedad es una emoción, que no es mala a priori, como habitualmente se suele pensar. Supone una activación del organismo, que se prepara para hacer frente a una amenaza o peligro, e implica factores cognitivos, fisiológicos y conductuales o motores. Tanto las sensaciones físicas como los pensamientos y conductas aparecen siempre, en mayor o menor medida una u otra, pero interrelacionadas.
La ansiedad es aquella emoción que se produce cuando anticipamos esa amenaza, cuando pensamos lo que va a suceder y tratamos de prepararnos para hacerle frente. El Estrés aparece cuando hay unas demandas ambientales excesivas, y nuestro organismo no da abasto para afrontarlo. Por ejemplo, al estar nervioso dos semanas antes de un examen, dándole vueltas a si aprobaremos, a las consecuencias de suspender, al tiempo de que disponemos para estudiar... estaríamos hablando de ansiedad. Cuando, a lo largo de tres días tenemos una presentación en el trabajo, se pone el niño malo, vienen a pintarnos la casa, y se nos estropea el coche, nuestro organismo responde con una alta activación, necesaria para hacer frente a todo, pero también negativa, pues si es continuada podría provocarnos problemas de salud.
Los trastornos de Ansiedad recogidos en el DSM-IV (criterios diagnósticos según la Asociación Americana de Psiquiatría, 1994) son los siguientes:
- Trastorno de Pánico con y sin Agorafobia. El Ataque de Pánico se caracteriza por la aparición súbita de algunos de los siguientes síntomas: palpitaciones, ahogo o dificultad para respirar, sudoración, opresión en el pecho, sensación de atragantarse, mareo, naúseas, hormigueo, escalofríos, sensación de irrealidad, miedo a morir o a volverse loco. Estas sensaciones pasan en unos minutos, pero dejan el miedo a que vuelva a producirse, lo que llevaría, en algunos casos, a la Agorafobia.
Controlar es el problema, no la solución. La ansiedad es una emoción o un conjunto de sensaciones que nos preparan para hacer frente a algún tipo de amenaza, mediante una activación general del organismo. Si una cebra que pasta tranquilamente en la sabana ve acercarse un león, todo su cuerpo se activará en un segundo para poder huir: necesitará sangre en las extremidades para correr (palpitaciones), más oxígeno en la sangre (hiperventilación), y expulsará “lastre”, todo aquello que le sobre para correr más rápido (todos sabemos desde niños que es normal sentir ganas de orinar cuando estamos nerviosos). Es decir, que tiene una función adaptativa. Si en ese momento de ansiedad tratamos de controlar la respiración, le mandamos al cuerpo un nuevo mensaje de que hay algo contra lo que luchar, aumentando la activación y por tanto, la propia ansiedad y las sensaciones que, paradójicamente, pretendíamos evitar.
En primer lugar, acudiendo a un especialista. Cada trastorno de ansiedad puede suponer tratamientos distintos, además de que cada persona es diferente y el tratamiento debe ajustarse al paciente. Básicamente, se trata de aprender a ver esas sensaciones como algo normal y lógico, parte de nosotros y nuestro organismo, y aceptar la posibilidad de que aparezcan en algunos momentos. Esta aceptación produce el efecto paradójico de reducción de las mismas. Además, es importante analizar y valorar aquellos pensamientos e ideas que puedan influir en el proceso, y por supuesto enfrentarse, con todos esos recursos, a aquello que se teme y se está evitando (salir a la calle, hablar en público...).
Si existe alguna duda de que las sensaciones o síntomas que tenemos puedan estar relacionados con un problema médico (problemas cardiacos, neurológicos, etc) para descartarlo antes de comenzar una terapia psicológica.
Principalmente, que se muestre nervioso o deprimido, y que la evitación de determinadas situaciones esté interfiriendo en su vida cotidiana de manera manifiesta. Él o ella tendrá que decidir si quiere buscar ayuda y acudir a un profesional; nosotros podemos aconsejarle y apoyarle.
Depende de muchos factores, características personales del paciente, tiempo que lleva sufriéndolo, tipo de trastorno... Podría decirse que algunos meses obtendrá una mejora muy significativa.
Si se finaliza una terapia y esta es efectiva, el paciente habrá aprendido que la aparición de esas sensaciones no supone un riesgo ni una amenaza, y por tanto sabrá afrontarlas de manera que no vayan a más. A veces es necesario hacer alguna sesión de recuerdo.
La ansiedad puede aparecer a lo largo de toda la vida, desde la infancia hasta el último momento, como cualquier emoción. Alguien puede no sentirse alegre nunca, o hacer lo posible por no sentirse triste, pero no hay vacuna para librarse de ninguna emoción para siempre.
Hay distintas teorías para explicar esto: una sería que las mujeres acuden más a las consultas psicológicas y médicas, reconocen más los síntomas, el malestar; por otro lado, socialmente está más aceptado que lo hagan así, se comprende mejor el hecho de que las mujeres sufran de problemas psicológicos (los hombres tienen una mayor tasa de alcoholismo y toxicomanías, así como de suicidio consumado). Otras teorías consideran que hay una mayor vulnerabilidad de las mujeres, bien por razones fisiológicas, bien por motivos sociales (“la doble jornada laboral”). Incluso hay estudios que hablan de un sesgo en los diagnósticos de los profesionales, que les lleva a valorar como psicológicos en las mujeres una serie de síntomas por los cuales a los pacientes hombres les realizan diferentes pruebas médicas antes de llegar a esa misma conclusión.
Los trastornos de la alimentación están relacionados con la ansiedad, pero no son ni causa ni consecuencia de esta.
Puede haber una predisposición genética, pero, si no se dan las condiciones ambientales propicias, no tiene por qué desarrollarse.
Aprendemos de nuestros padres a enfrentarnos a la vida y las situaciones difíciles, y a relacionarnos con nuestro cuerpo. Esto supone que, si mi madre sufre ansiedad, seguramente yo aprenderé desde niña a afrontar los problemas de esa misma manera. No es algo hereditario ni genético, pero sí es más probable que se de entre miembros de una misma familia por ese aprendizaje en la infancia, aunque por supuesto median otras variables.
Dependerá del tipo de trastorno, pero tenderá a cronificarse, volviéndose el centro de la vida del paciente, que adoptará estrategias para poder vivir con ello que por el contrario empeorarán el problema. Por ejemplo, el ataque de pánico puede derivar en agorafobia, un trastorno más complejo que afecta en mayor medida a la vida diaria de la persona.
Más que la época del año, influyen las condiciones y situaciones vitales: exámenes, vacaciones, reuniones familiares, mudanzas...